PASSIO j 23 La Semana Santa de nuestra querida ciudad ducal, no solo se tiene que hacer grande por sus celebraciones y su arte, sino también porque no pierde el horizonte por el cual la celebramos, vivimos y sentimos: vivir y testimoniar nuestra fe en Jesucristo. Además, en este año 2018 lo hacemos en el paradigma de la celebración diocesana. Para acoger se requiere docilidad y confianza, por eso, en este año que acogemos la procesión diocesana, con todos los actos y celebraciones que conlleva, nos tiene que llevar también a ser escuela y modelo de acogida, de apertura, de respeto y al mismo tiempo de proclamación clara y humilde de la verdad del hombre y de la persona. No es fácil hoy, en este mundo tan desconfiado, tan individualista, tan hedonista, crear una mentalidad auténtica de acogida. Asistimos a un desdibujamiento del concepto de hombre, del concepto de persona, tal y como nosotros lo hemos conocido y heredado desde la revelación bíblica: la verdad del hombre y de la mujer, lo que es el amor y el ma- trimonio, lo que es la verdad yla grandeza de la sexualidad. La misma antropología cristiana cobra su sentido y su fuerza cuando, además, encuadra perfectamente con una antropología totalmente científica, to- talmente racional, como afirma el Colegio Americano de Pediatras que desmonta la ideología de género: <